Nací en territorio nicaragüense; soy hija de padre y madre nicaragüenses, nieta de nicaragüenses. Crecí comiendo tortillas y masa de maíz; aspirando el olor de los frijoles recién cocidos, del cacao cuando se tuesta y se muele con las especias; el particular olor de la tierra nica cuando la mojan las primeras lluvias; escuchando el vocinglero canto de los pájaros en las mañanas; el alegre pregón de las marchantas cuando recorren las calles ofreciendo frutas, verduras y antojos nicaragüenses; sintiendo el inigualable vaivén de las olas en los mares nicas. He visto la maravilla del verdor en las montañas, las miles de luciérnagas en los atardeceres al inicio del invierno, la vasta masa de sus lagos, la imponente vista de los volcanes y el encendido sol de fuego que sólo alumbra en esas tierras.
También conozco la Nicaragua profunda, aquella donde los caminos son de tierra o de lodo; donde las mujeres y los hombres te reciben con una sonrisa, te abren las puertas de sus casas para ofrecer su mejor asiento, su mejor comida, su cama, si es necesario. Con ellos he compartido pláticas y trabajos, como aquella vez a mediados de los 90 cuando llegué a Waslala, en el corazón de Nicaragua, para conversar con los desmovilizados de la contra, o cuando recorrí todos los municipios de Boaco y Matagalpa para conversar sobre la gestión municipal; o cuando fui a Las Minas, Bilwi y Bluefields para conversar con jóvenes que aspiraban a hacer realidad sus sueños. Cuando recorrí las comunidades aledañas al Cerro Negro, Condega, Estelí, Mozonte para conversar con mujeres valientes, firmes, que se atrevieron a nadar contra la corriente para construir una alternativa de vida digna.
De esos recorridos puedo decir con mucho orgullo que sé moler maíz en piedra como se hacía antiguamente, palmear tortillas, hacer nacatamales, cortar café y algodón tanto como escribir un ensayo o hacer una clase.
Esos caminos y gentes son mi experiencia vital, irrepetible, irrenunciable. Me pertenecen así como yo pertenezco a ellos. Ya nada ni nadie me los puede quitar. Son parte de mi esencia, mi identidad y mi orgullo de ser nicaragüense.